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26 STELLA .

—¡Muy bien hecho! muy bien hecho! de cían las mujercitas.

—¡Las sonzas, las fojas! contestaban con aire de desprecio sus caballeros, frente 4 frente,

—¡Cosas de mujeres! exclamó Adolíto.

—¡Salud, futura gloria de muestro foro! Dignísimo hijo del doctor Linares! díjole Máximo tirándole la oreja.

Ya reconciliados, y unidos todos de la mano, formaban una gran rueda, saludán- dose como en los lanceros.

Florencio aprovechó un rallentando para interpelar:

—¿Por qué Alex no juega esta woche com nosotros?

La rueda se detuvo para deliberar. Pasada la sorpresa de no haberlo notado antes, exclamó:

—Es cierto: ¿por qué Alex no juega esta noche con nosotros?

—Es preciso que venga y haga la lavan- dera, quela hace tan bien, dij

—Mucho más graciosa es cuando hace la

madama y el musiá, observó la Muschinga.

que hablaba también francés.

—Mo les parece para ella más bonito la forista? consultó Elvirita, en la que había reminiscencias de la suavidad de Stella.

Y se levantó una voz muy alta y muy aguda que llamaba 4 Alex.

La rueda, como una gran guirnalda, iba