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Página:Duayen Stella.djvu/282

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26 STELLA

—No sé bien qué responder... El vasto mundo de hoy sufre la pérdida de sus creen- cias, y se apega á la vida práctica, única que lo imueve. Exactamente como el extremo mundo antigao; antes del credo eristiano. El telégrafo, el diario, el libro, envenenan de vida material todos los ámbitos. Hay un aplastamiento universal. Es una atmósfera moral enrarecida, que hace pesadas las al- mas. Respiran trabajosamente las verdades y losideales que se alejan. Se han enterma- do las voluntades porque no saben donde ir, cuál es lo mejor. Ni siquiera se distingue ya entre el bien y el mal, Se diría que se deja el raciocinio á los sentidos. Se progresa cami- uo de la animalidad; no es paradoja. Monopolizar la riqueza, gozar, he ahí los fi- nes de la vida moderna, que no tiene más allá. No se retrocede, pero se marcha en distinta dirección y hay desórden en las filas de las multitudes, porque no existen guías. ¿Vendrán?. ... Hay que esperarlo. El dolor humano aumenta, y es el dolor el que ha triunfado siempre... .. Nosotros, yo, si usted quiere, soy también un enfermo. Deduzca de estas grandes razones, los pequeños mo- tivos de mi indolencia, ó como quiera usted ¿Mamarle.

Alejandra continuaba viendo en Máximo al hombre distinto, que se le había revelado en ese día. ¡Sí, bien distinto! Creyéndolo antes una inteligencia superior, no le habia