Página:Duayen Stella.djvu/283

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STELLA E] supuesto, sin embargo, tal extensión y pro- undidad de pensamiento, tanta melancólica seriedad de ideas. No quedó convencida de que tuviera razón para o luchar, para no agitarse en la vida de su país, mas vió la causa, y no la encontró simplemente egoista, Como él lo había dicho, era un enfermo, un hombre vacío de impulsos, arrancados por el «Mal del Siglos.

Alejandra miraba el retrato y wiraba á Máximo, consultando el parecido entre am bos.

—No; uo son sus ojos, dijo moviendo la cabeza, mi tampoco es su boca; sí el color, la cabeza, el cabello... ¡Ah! Ya ojos, y también la boca, añadió acercándose encontré los á un medallón, colgado en la pared.

Era una cabeza de :nujer, de facciones $ nas y espléndidos ojos verdes.

—Los encuentra usted en mi madre, no


apresuróse á devirle Máximo, á quis


conocí, pues murió cenando yo no había cum- plido dos años.... Aquí tiene otro retrato de ella, sacado en la época de su casamiento, Era un tipo delicarlísimo, una belleza blanca y suave, ¿No le parece haber visto una cabeza igual en su visita á Versalles?

Y abriendo una vitrina, sacó, para mos- trarla á la joven, una minietura dentro de un marco adornado de esmeraldas.

—¡Qué preciosa criatura! exclamó. ella,