STELLA ES]
Libertarme, ¿Para qué? ¿Dónde podría ser más útil?
¿Rehabilitarme?. .... ¿Aparecer en el hogar de mi hermano como un fantasma fatídico, á turbarla paz, á desviar la vida de sus hijos? ¡No, mil veces no! Las razones que me impul- saron entonces, me retienen ahora. Mi hermas 10 ha muerto, pero viven sus hijos.
Usted, padre, no está obligado á callar lo que lo ha autorizado y comprometido una moribunda 4 revelar; más yo le ruego con todas las fuerzas de mi corazón, que respete mi voluntad, y no haga estéril mi silencio.
Nada me falta; tengo el cielo, tengo el mar, tengo los árboles para recrear mis ojos. De- jémoslos cerrarse en esta grandiosa y pura
Mi vida es plácida y útil aquí, dejémosla extinguirse en esta placidez y en esta uti- lidad.
En veinte años he tenido un único deseo, el deseo de un imposible: decir una vez más el Santo Sacrificio de la Misa. Ofrezcámoslo, padre, por el alma demi pobre hermano.»
La octava de Pascua, continuó el general, ía yo la visita del Obispo de la diócesis, que venía con su familiar 4 dar misión 4 los presos. En el familiar reconocí al joven sacer- dote que conferenció con Juan.
Después que se me bubo dado á conocer la historia casi inconcebible que acabo de roferirte, se le llamó. Durante dos horas tra»