Página:Duayen Stella.djvu/306

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EN) SELLA

aunque tú lo sientas como los demás: está fuera de medida y fuera de nivel. Como esas personas-¿sabes?—cuyo cuerpo es de- masiado grande, y que necesariamente tienen «que andar á tropezones con todos los objetos que encuentran Á su paso, porque no están hechos en proporción á su tamaño. Es así Alex. Ves esta la razón porque no todos la quieren. Mas no debes aftigirte: los que la grieran, la querrán bien.

¿Y tú la quieres, padrino?

Si dos meses antes le hubieran hecho igual pregunta, le habría sido fácil contestar en conciencia y bien seguro, simplemente, no. Alex le interesaba como interesa todo lo ex- ito 4 un exquisito, y encontraba un gran placer en su conversación chispeante, que sabía alcanzar veloz la suya, que él hacía á propósito sinuosa y fugitiva, sin tener para ella «sentimientos» bajo forma alguna.

Ultimamente había tenido momentos de admiración exaltada, de emociones dulces. Su espíritu había seguido con ansiedad el pensamiento de la joven; la ansiedad con que siguen los ojos las alas de ua pájaro, que des- pliega ante ellos todo su vuelo, curiosos de sa" ber hasta dónde les será posible remontarse.

La pregunta que acababa de hacerle su hermana, lo dejaba titubeante. ¿Quería €l á Alex?.... «No-sí, nosía era este el tietac de esa conciencia ayer tan segura, y que hoy ya se halanceaba como un péndulo.