su STELLA que colgaban un corazón, un ancla y una cruz,
—Son ya muy comunes estos prendedores, pero lo he elegido para tí, mi hijita, porque representa las virtudes cardinales, que en la lucha del mundo hay siempre necesidad de fortalecer. Fortalacer la segunda es lo que tú necesitas, querida Alex, porque es la que en tí flaquea muchas veces. ¡En las viejas como yo, pase; pero es muy triste la juven- tud sin la esperanza en el cielo... y enla tierra!
Alex. llena de emoción, díjo besándola:
—¡Ah, Dolores! lo recibo como algo que para mí la simboliza. La Iglesia la venerará 4 usted algún día, como la Santa de las Tres Virtudes.
—Tengo que hacer algo urgente hoy mismo. Aleso he venido, Este mismo carricoche me llevará.—Y tomándose del brazo, pasearon por la calle de paraísos largo rato, conversan- do con mucha animación, sin que los niños, divertidos con sus juguetes, las interrum- pieran.
Después, tomando el carruaje, —que era uno de esos breaks que han servido medio siglo, y de cuya ancianidad se abusa todavía en la campaña diez años más, antes de que llegue para ellos la hora dela incineración—les gritó desde arriba: «Espérenme 4 almorzar».
A la hora estaba de vuelta. Cuando se le- vantó el velo, Alex notó en su cara, habitual
