sa STELLA
unas sobre otras á todas las montañas, se consiguiera llegar cerca del cielo, y ya muy cerca, se viera que faltaba todavía un peque- ño trecho: cómo se haría para entrar en él?
—Yo pondría una escalera, dijo Adoláto. ¡Pavo! ¿de dónde la ibas á sacar? repliz cóle Julito.
—Alex nos ha enseñado que los cóndores viven en los Andes, y como los Andes son unas montañas.
-Los Andes son cordillera, aseguró Julito interrumpiendo 4 Elvira, que se puso muy colorada.
—Cordillera es una cadena de montañas, dijo Florencio, en el tono de quien da una lección de geografía.
— ¿No ves que son montañas? prosiguió Elvirita, sobre la que tenía gran influencia Florencio, todo juicio y reflexión, Bueno, le pediría á un cóndor que me llevara en el pico.
-Al cielo no entran esos pájaros, observó Miguelito, feos y pelaos como diablos,
—Al cóndor, San Pedro no lo permitiría entrar, es cierto, dijo Chochita, extendiendo las atribuciones del buen pescador hasta con- farle también las llaves del Olimpo.
—Saltar no se podría, se volvería 4 caer, pensó fuerte Florencio.
—Stella será el juez, dijo Máximo, Vamos á ver: ¿qué harías tú, mi hijita, si te encon- traras en el caso que discuten tus compañe-