STELLA 448 bían sido caucionadas por Enrique anterior- mente, sin autorización, € iban á perders un día ú otro aquél las pediría y todo se iba A descubrir. ... Senecesitaban cinco mil pesos, cantidad que faltaba 4 Enrique para resca- tartas; uo los encontraba y mo había tiempo que perder, Don Samuel Montana.
Al oir este nombre, Máximo murmuró: «¡Ahla adelantó todo el cuerpo, y después de un segundo se paró.
Alex paróse también involuntariamente y prosiguió:
—Don Samuel Montana me había demos- trado siempre una especial consideración, en la que los ctros, y sobre todo su hija, veían un interés marcado. .... lo que no me traía cierta- mente su simpatía—y por un segundo, una reminiscencia de su linda sonrisa rozó sus la- bios.—En las manos de ese hombre estaba la salvación. Toda una noche pasé meditando: me levanté resuelta á realizar el consejo de la noche, Don Samuel tiene una galería de pinturas; muchas veces habíamos hablado de ella los dos. .. Me parece baber contado á usted que Federico Livanoff me legó tres cuadros. Tomé uno de ellos—el paisaje de Corot—y sali con €l en las manos... aquella mañana, Máximo, que nos encontramos us- ted y yo en el zaguán.
La misma interjección de un ¡momento an- tes salió de los labios de Máximo, ¿Qué?» y se percibía mayor ansiedad en él.