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brino, que encontró en ellos cinco madres dó ciles y solícitas. Solamente la hermana ma: yor era casada y sin sucesión; á él iban las fortunas acumuladas por muchas generacio- nes de económicos y conservadores. Tácita- mente se establecía en Máximo un mayoraz- go, y desde entonces, en Buenos Aires, des- contábanse sus millones en el porvenir. Ya no hubo niña de cuatro á seis años, que á-la impropia pregunta de «quién es tu novio, nena?» no contestara infaliblemente, «Maxi- mito Quiróz».
Máximo había respondido á los auhelos de su padre; terminaba sus estudios, después de exámenes brillantes, como de muchacho pobre. Era una de esas naturalezas sanas, abiertas, nobles, llenas de ideas generosas, de eusueños; de ideal de todo eso tan lindo de los veinte años! para las que hay palabras mágicas, que hacen vibrar—Patria, Huma- nidad, Arte, Amor, Grecia, Roma, San Mar- tín, los Andes. ... Uno de esos pocos hombres jóvenesen su juventud, que pueden decir, más tarde, que sintieron alguna vez bullir en sí las fuentas de la vida!
Entonces escribió páginas, y pronunció areugas, que lo hicieron popular entre sus compañeros.
Una helada prematura marchitó esta plan- ta.en flor; una pérdida irreparable secó su savia.
Imbuído en sus estudio de estética, y en