de ella permanece igual, mientras que la otra se transforma en un animal que cuida el tesoro. Si se acerca a éste un buscador, el brujo desvia el entierro, haciendo imposible dar con él. Al fallecer el brujo, el entierro queda sin custodia hasta que los demás brujos le nombren un reemplazante. En el lapso intermedio, es posible hallarlo. Tales tesoros sin custodia son llamados entierros huachos. Por lo demás, todos los entierros pueden ser encontrados el Viernes Santo.
Para producir sus maleficios, los brujos emplean a menuda brebajes en que entran ingredientes extravagantes y asquerosos, como también a veces venenos.
La creencia en los brujos está todavía muy divulgada, aún en personas que niegan su existencia. El pueblo los teme, lo que dificulta la indagación acerca de ellos, pues las personas crédulas (y que podrían proporcionar las mejores informaciones) se niegan a transmitir sus conocimientos.
El pueblo no relaciona, sin embargo, el brujo con el diablo, que considera como dos entidades diferentes; algunos estiman,