alcanzan al centenar, las eldehuelas y campamentos (minas, salitreras, fábricas) que mantienen hermandades y "bailes" organizados doblan ese numero y su diversidad resulta como las formas del culto y el proteiforme desarrollo de sus actos rituales.
Hay comarcas y zonas de atracción para estos festivales muchas veces confundidas con las celebraciones ya reseñadas, especialmente las "fiestas de la cruz" de las provincias centralas, a cuyo lucimiento también concurren los "bailes" y cofradías. Son regiones preferidas pare las peregrinaciones los valles de Arica y Tarapacá, los oasis del desierto y como la sede de las más fervorosas concentraciones la red de los valles coquimbanos, especialmente los de Elqui y Limarí. Estas rutas de expiación vuelven a estrecharse en las cinco islas grandes que hacen frente, en Chiloé, al puerto de Castro; pero, acogiendo da diverso