en ornar sus piezas tejidas con motivos decorativos y el bocho de empeñarse en trabajos más complicados exigió la reducción de la prenda misma, precisando un tipo -con su textura y su dimensión específicas- que dio en llamarse, por evolución filológica -bien folklórica por cierto-, "chamanto", en contraposición a la manta de mayores proporciones y que solamente ostenta franjas de diversos colores. A fines del siglo XIX empezó la disociación, sin que se pueda imputar la iniciativa a las tejedoras de Aconcagua o del Cachapoal. Eran los tiempos en que la lana se imponía como el material exclusivo pera estos usos y se conocen modelos de La Ligua -tanto en mantas como en testeras- que atestiguan una idéntica capacidad a las de Cachapoal. Tampoco se sabe la causa de la extinción de estas labores en las tierras liguanas; y, la imposición subsiguiente de los trabajos doñihuanos ha prevalecido como una norma de
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Apariencia