Ir al contenido

Página:ECH 2985 19 - Tipos Nacionales.djvu/3

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

o "maletero"; pero, en la etapa profesional se les ve iniciarse en el grado de "copuchero" robando pañuelos y lapiceras. Ascienden en el escalafón, ya sea como lanza" (el que arrebata sorpresiva y disimuladamente) aunque a veces entrega el cuerpo del delito al "móvil"; o bien como "escapero" combinando el hurto con la fuga. No menos esforzados resultan el "cuentero" (engañando al provinciano con la carta, el entierro, la herencia o el premio), el "monrero" y el "estruchante" dedicado a descerrajar puertas y "palanquear" candados; todos ellos protegidos por los "reducidores" que adquieren los hurtos. Corresponde al "cogotero" el rango de atracador de la ciudad, compitiendo con bandidos y bandoleros.

En el turbio ambiente del burdel y el lugar dominan el "cabrón" o la "cabrona" (como alcahuetes y empresarios) el "campanillero" (encargado del servicio) y los "tocadores". Goza de una iniciativa personal de explotación femenina el "cafiche" con dotes bien diferentes al "matón" (guapetón o matachin).

De la calle misma hay que destacar al "suplementero" ("canillita" en la Argentina) y los porteadores de los mercados.

En el creciente grado de perversión pueden afiliarse los tipos femeninos de los "ganzos", y los "panizos" que culminan en las "chuscas", "chusquisas", "niñas", "niñocas", "volantusas", "gurumas" y "maracas" de actuación estable; equiparadas todas con la brigada móvil de las "corteras" y las "patinadoras". Se distinguen en las lides amorosas el "lacho" y la "chey" (amantes) y el "pololo" o la "polola" en simple cometido de requiebro o cortejeo.

Asimilados al hogar, y recordando la papirusa, la pebeta y el pibe de la Argentina o el chaval o el crío de España -y en la edad del mocoso- se afilian el "peneca" (tipo infantil), la "guagua" (vocablo quechua, para las criaturas), los "gallos" y los "ñatos (adolescentes invencibles). Sin embargo la nomenclatura popular del sexo fuerte no muestra tipos comparables al compadrito o el otario argentinos, o bien el chalan, el majo, el chulo o es chispero españoles; logrando escasamente asimilarse a ellos al "aniñao" y el "pinganilla".

Para las mezclas y degeneraciones raciales no se observan onomásticas precisas, comparables a los matices del "cholo" peruano, o el "caboclo" o el "caipira" brasileños; y, esta penuria afecta asimismo a las castas, para los cuales los argentinos guardan términos precisos como "gauchaje" y paisanaje.

Puede