usando como combustible la bosta seca de buey y se le da término con una prudente "maduración" en fuego indirecto. En este orden se completan las etapas del "modelar", del "componer", del "cocer" y del "arreglar" con esos retoques finales que exige la ornamentación. El negro colorido se obtiene de la humedecida paja de trigo que "se va en humo" impregnando a fondo la greda.
Establecen el contraste máximo las manipulaciones de las grederas de Pomaire y de Quinchamalí. Las del bajo Mapocho nunca estilizan pero exornan las piezas con bajorelieves; al contrario de las loceras del Ñuble que recurren a la filigrana incisa y pintada y no perdonan la estilización a veces con desbordes de mal gusto y las precipitadas imposiciones extranjeras. Una preceptiva de arte casero que domina todo este atrayente y pintoresco campo folklórico se advierte en los escondrijos de piezas, a medio