la economía americana ya había marcado sus precisos rumbos y con sus propios materiales había impuesto la fórmula: trigo, maíz, papas y porotos, como la base alimenticia que iba a reflejar las costumbres culinarias, y que siempre prevalecerá en el campo folklórico. Aún más: estos productos básicos exhiben en Chile una variedad específica y tan óptima calidad como para asignar a nuestro suelo un rango de privilegio. A los cuatro elementos que América brindaba al mundo (con la excepción del trigo, de linea prehistórica), la nación chilena puede asociar, casi con una análoga categoría, el zapallo y el ají con similares posibilidades. El cuadro de los productos básicos queda entonces constituido por los siguientes elementos: trigo, molido, como harina para pastas, o tostado y asimismo como "mote" en granos sancochados y pelados; maíz (blasón continental) en granos tostados o en la forma tierna y peculiar
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