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semimolidos, con el obligado vino blanco o tinto, más el azúcar correspondiente, y comprobando la transformación de inocentes analcohólicos gaseosos en virtud del agregado de la malicia, la mentira o la punta, eufemismos indistintos por el ron, pisco, coñac y otros tragos fuertes.

Las consideradas complementadoras obedecen a la cotidiana función de conjugar su consistencia, sabor y potencial alimenticio, con los de comidas livianas, fundamentalmente el pan. Se ingieren, por regla general, en el desayuno y a la hora de once y sus representantes más genuinos son el mate, el té y el café con o sin leche, los que asimismo aceptan a menudo una pizca de de aguardiente o de algún sustituto de éste.

Un atlas folklórico integral de Chile ofrecería una visión coherente, cabal y profunda de este complejo rubro de las bebidas y comidas, que nos facultaría para incluir y explicar en futuros estudios nuevos ejemplos específicos, que vendrían a sumarse a los hasta ahora registrados, sin que esto implique el haber pretendido omitir a la sopa de pan a las albóndigas, a las criadillas, a los perniles, a las hojuelas, a los huevos chimbos al brazo de reina , y otros, de acuerdo con los propósitos esenciales de este artículo donde quedara demostrada la fuerza históricosocial del cuadrinomio compuesto por el maíz, la papa, el poroto y el trigo, este último el más exaltado en las restantes expresiones folklóricas, y cuyo más noble producto, el pan, ha merecido el símbolo campesino de la bandera blanca, a la par de la roja de la carne, que ondean en sus respectivos lugares de venta, y que configuran un mensaje primario de subsistencia.



Bibliografía

Cavada,