Página:ECH 518 03 - Las Creencias.djvu/1

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

Las creencias.

En una comunidad folklórica la función interpretativa en su sentido más amplio y básico, vale decir la que parte del hombre y su medio como objetos de una interrogante orgánica, se exterioriza siguiendo dos conductos: el predominantemente racional, por medio de conocimientos empíricos, obtenidos de una vinculación real y evidente del ser humano con sus creaciones y con la naturaleza; y el eminentemente no racional, producto de los recursos de la imaginación o de la fe religiosa, pródigo en idealizaciones expresadas a través de símbolos, traducido más en planteamientos de búsqueda que en situaciones de certidumbre, y sintetizado en la acción de las creencias, que simplemente existen en la medida en que son aceptadas culturalmente, así alcancen extremos inauditos en el campo de la fantasía. Estas se dividen en cuatro clases: supersticiosas, míticas, legendarias y religiosas.

La extensión y heterogeneidad del ámbito de la superstición superan los deslindes de cualquier concepto riguroso sobre ella, cuyas principales y más genuinas manifestaciones se producen de una manera folklórica. No obstante, si nos circunscribimos a su naturaleza, comprobaremos que ésta emana de fenómenos que actúan independientemente de la razón o de la religión, lo que debe ser enfatizado respecto de esta última, ya que adoptando la defensa de una determinada ideología religiosa, es posible calificar como supersticiosos muchos de los principios y prácticas de cualquier otra, con un criterio subjetivo y unilateral, que, a la postre, confunde las supersticiones con las supercherías y que ha producido graves errores en la historia de la humanidad. La única posición válida y justa frente a este problema es la antropológica, la cual permite comprobar cómo en todas las culturas coexisten conductas religiosas y supersticiosas, las que con mayor o menor frecuencia e intensidad se interfieren, pudiendo unas absorber a las otras, pero cuyo examen científico necesita efectuarse de acuerdo con la situación particular de cada cultura, y no con el prurito simplista, comparativo y subordinador, ya impugnado.

El sometimiento del hombre a la fuerza supersticiosa, vigente en todos los estratos socieconómicos, desemboca en dos actitudes sustanciales: una receptiva por excelencia, voluntaria o involuntaria, ejemplificable con el comportamiento de los que atribuyen al número 13 propiedades dañinas o beneficiosas, según ciertas circunstancias; y otra, que teniendo implícita a la anterior, mueve a la ejecución de procedimientos por cuenta del propio interesado o de terceras personas. Un caso común en la segunda es el infligir torturas a un muñeco de trapo, con el propósito de que se transmitan a una persona previamente elegida. Por lo tanto, y como ocurre en toda la vasta