difundirse por intermedio de presentaciones de cuerpo presente de las cofradías, tanto como todos los medios técnicos con que cuenta el estado: cine, radio y televisión. En el campo pedagógico deberían ser asimilados por asignaturas tales como la historia, la literatura, la música y la educación física. En lo artístico, debería estimularse su aplicación a la danza, al teatro y a la composición musical. No debe al mismo tiempo desestimarse, su inclusión en los planes de la educación parvularia y de la educación para deficientes mentales, por los múltiples ingredientes de carácter primitivo que posee, lo que permite que la mente infantil capte con facilidad su fantástico contenido.
Los bailes de chinos tendrían su origen, según el padre Alonso Ovalle, a mediados del siglo XVII. En su obra "Histórica relación del Reino de Chile", Ovalle hace mención de las cofradías de indios y de morenos, cuya organización y aparato ceremonial, tenía una gran semejanza con las de chinos.
La voz chino viene del quecha, lengua en la que significa servidor. Por extensión se aplicó a servidor de la Virgen.
En relación a lo coreográfico, Ricardo E. Latchan ve en las danzas de los chinos, antecedentes de tipo zoomórfico, con referencias a un ave mítica, probablemente el canquen. Le atribuye, en consecuencias, un origen remoto y de carácter mágico.
Bibliografía
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Uribe Echeverría, Juan. "Contrapunto de Alféreces en la Provincia de Valparaíso". Ediciones de los Anales de la Universidad de Chile N°1. 1958. Santiago de Chile.