y otra, que data de este siglo, ricamente ataviada.
Ante ella bailan grupos de promeseros, todos de sexo masculino, en su mayoría formados por trabajadores de la mediana y pequeña minería de los contornos, sin mayores alardes de trajes decorativos, como ya queda dicho, sobresaliendo las fajas, pantalones, culeros, gorros y turbantes, bordados con adornos fitomórficos y geométricos polícromos, predominando los colores azules y verde.
la coreografía es simple, basada en dos filas paralelas de participantes, en cuyo espacio central evolucionan los de mayor destreza y categoría, descollando no sólo por estos factores, sino también por los atuendos de mayor sello ceremonial que lucen. Este tipo de danza se apoya en la ejecución de cajas, tambores y flautas monófonas de madera o caña, todos de fundamental efecto rítmico. El resto de los elementos musicales corresponden a los cantos, siendo los más arcaicos y representativos de una melodía limitada interválica y naturaleza salmódica, desarrollada con compás de 3/8 ó 6/8, y la mayoría de las veces con intervención de un solista coreado cada dos veces, al unísono, por el grupo al cual pertenece. Con la transcripción de un trozo del texto poético de uno de los cantos en referencia, podemos conocer las