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EN MEMORIA DEL ALMA DE TREMENTINO MARABUNTA
Por José Baroja


“Toda la vida del hombre gira alrededor de lo caliente. El hombre teme lo frío: la comida fría, la mujer fría, las ropas frías, el viento frío.”

Manuel Rojas. Hijo de ladrón


Trementino Marabunta amaba cocinar. En efecto, don Trementino, por sobre todas las actividades a las que un artista hubiera podido dedicarse, había optado, desde hace mucho, por la que más amaba: la cocina. Esto, aun cuando, durante toda su vida, hay testigos de esto, solo supo cocinar un único plato caliente; uno y nada más. Sin embargo, en su defensa, habrá que decir que cada vez que lo preparaba, cada vez que lo servía, el sabor, el olor y la textura de su obra magna transmitían al afortunado comensal sentimientos tan variados, tan íntimos, que ese único plato caliente parecía multiplicarse hacia el infinito.


En ese momento, en ese preciso momento en que las papilas gustativas entraban en franco contacto con el preciado tesoro, muchas sonrisas no se dejaban esperar. Especialmente, entre quienes eran sus principales críticos, quienes, sin siquiera saberlo, revelaban unas pupilas tan dilatadas que, sorprendentemente, parecían cubrir todo el globo ocular; además, los movimientos ansiosos de las bocas y unos corazones latiendo