Domingo 7 de diciembre de 1823. *
Le pregunté a Goethe cómo se sentía hoy. "No
tan mal como Napoleón en su isla"-respondió
suspirando. La prolongación de su malestar pa-
rece ir haciéndole efecto poco a poco.
Domingo 21 de diciembre de 1823. *
Hoy volvió a resplandecer el buen humor de Goethe. Hemos llegado ya al día más corto, y la esperanza de que en adelante los días irán au- mentando considerablemente parece ejercer el más favorable influjo en su ánimo. "Hoy celebra- mos la resurrección del Sol"-me gritó alegre- mente al entrar, cuando fuí a verle esta ma- ñana. Parece que todos los años acostumbra pasar suspirando y con ánimo deprimido la semana de los días más cortos.
Entró la señora de Goethe para comunicar a su suegro que iba a irse a Berlín, donde se en- contraría con su madre, que llegaba aquellos días.
Cuando la señora de Goethe hubo salido, se burló Goethe conmigo de la vehemente fantasía, característica de la juventud. "Soy demasiado viejo-dijo para contradecirla y hacerle com- prender que la alegría de ver a su madre será la misma en Berlín que aquí. Ese viaje en in- vierno significa mucho esfuerzo para nada; pero Glava Nevis Esp