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Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/182

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enrique gaspar

las observaciones astronómicas de los babilonios, que refiere Flavio Josefo, fueron de mármoles, piedras y ladrillo. Las leyes de Solón estaban escritas en madera; las de los romanos en bronce, de las que tres mil se perdieron en el incendio del Capitolio. Los pueblos septentrionales grababan sus inscripciones rúnicas en las piedras y en las rocas. La escritura en plomo sube al tiempo del Diluvio. La hecha en marfil se ha conservado en las tablas llamadas dípticas ó de dos hojas, porque las polípticas son las que exceden de este número. Se escribía también, según Plinio, en las hojas de palmera y de ciertas malvas; así es que en algunas comarcas de las Indias orientales, afirma Alfonso Costadan, escriben en las hojas del Macareguo, hojas que tienen seis piés de largo por uno de ancho. Lo propio hacen, dice Michael Boim, los habitantes del fuerte de Mieu, junto á Bengala y Pegú, sirviéndose del Areca, especie de palmera, y de la corteza del árbol llamado Avo. Los del reino de Siam y Cambodge y los insulares de Filipinas (aunque estos últimos siguen el método de los españoles) se valen de las hojas de plátano, de palmera ó de la parte lisa de las cañas en las que trazan sus caracteres con un punzón ó cuchillo. Los siracusanos lo hacían en hojas de olivo y los atenienses en conchas. En Atenas, cuenta Suidas, que se consignaban los nombres de los valientes que habían sucumbido en defensa de la patria, sobre el velo de Minerva.

—Pues buena la pondrían la mantilla á la pobre señora. ¡Vamos! sería de casco y lo escribirían por el revés.

—Los indios, según Filostrato, hacían su escritura en los Syndones, que así llamaban á sus telas ó vestidos.

—¡Ay! Pues yo siempre los he visto en cueros; es decir, en las estampas.

—Los judíos tenían una particular habilidad en unir