prosecución de los que en el público sirven para espacio gratuito, conducen al foro, donde en un solo recinto se hallan la guardarropía, la sastrería, el vestuario y todas las dependencias.
En el centro del escenario está la orquesta destinada á acompañar á los ejecutantes. Su instrumental se compone de una especie de rabel ó violín de una sola cuerda, una ó dos guitarras chinas, desmesuradamente grandes, y con la caja en forma de concha, una como á modo de dulzaina, címbalos, gong ó campana china, un tambor convexo de metal, como una cazuela pequeña, tocado con palillos, y unos crótalos que producen el sonido de nuestras castañuelas. Todo el proscenio está invadido por un centenar de culis, parte de ellos espectadores, otros guardarropas, despabiladores y dependientes, colocados, como los coros de las óperas en los teatros de provincia, en fila á guisa de soldados de papel. Comprenderás, por lo dicho, que el espacio libre para representar se reduce á unas cuatro varas en cuadro.
Las decoraciones, cualquiera que sea el sitio en que pase la acción, se reducen á una mesa tosca de madera con una silla de bambú á cada lado. Si el teatro representa una casa rica, revisten las sillas de un paño encarnado. Cuando se trata de un accesorio que juega algún papel en la obra, como por ejemplo, un árbol á cuyo pié debe sentarse un personaje, cúbrese el asiento de un paño negro, al que se sujeta un cartelón que dice: «Arbol.»
Fácilmente se ve hasta dónde puede llegarse por este camino de la ideología. Algunas veces la mesa se convierte en cama, agregándose unos riquísimos cortinajes: es el único lujo, pero preciso, que se permiten en la mise en scéne.
Desterrados del teatro los trajes de la dinastía reinante de los Tsing, raza tártara de la Manchuria, los artistas usan los de la época de los Ming, pura rama