Fragility, your name is woman: Fragilidad, tu nombre es mujer, ha dicho Shakspeare, y aun cuando yo no sé lo que quiso dar á entender con ello el poeta de Strafford, aquí lo aplico por si viniera bien, pues la fragilidad de don Serapio le condujo á contraer segundas nupcias en cuanto hubo acabado de llorar los doce meses reglamentarios á su difunta esposa.
Ocioso creo consignar que don Abundio fué padrino de la boda y que, si bien retiró sus zapatillas del hogar conyugal, siguió compartiendo frecuentemente con sus amigos el cocido de la amistad sazonado con el chorizo de la abundancia.
Non bis in idem, dice el proverbio latino, que cito para que vean ustedes que lo mismo manejo yo las lenguas muertas que las vivas, y también para probar que efectivamente no se debe reincidir en nada si es esto lo que aquella máxima prescribe; pues así como le pudo salir bien á don Serapio la segunda edición de su esclavitud, le salió en la frente, como vulgarmente se dice, para dar á entender que algo le sale á uno mal.
Y en efecto, doña Remigia, pues así se llamaba la consorte, le salió rana; y no lo digo porque careciese de pelo, que mata era la de sus trenzas capaz de adornar la cimera del casco de un oficial de caballería; lo que ya creo que había tenido lugar cuando estuvo en relaciones con un teniente de lanceros de Calatrava; y en cuanto á guapa, llamábanla en su pueblo la hermosa Judit no sólo por sus encantos personales sino porque hacía perder la cabeza á cuanto Holofernes se le ponía á tiro. Pero pagada de sí misma, esclava de su belleza, manirrota y poco dada al trabajo, resultó madrastra del hijastro y cara mitad del esposo; cara, en lo que tenía de dispendiosa, y mitad en lo que dividía al entero. Alegre como unas castañuelas eso sí; porque su cama podría parecer un plantel de espárragos por los cuarenta dedos que ella y su marido dejaban aso-