Ir al contenido

Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/372

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
368
enrique gaspar

mar por los agujeros de las sábanas, las calcetas asemejar á los desiertos africanos por no tener una planta, los baberos del niño competir en barbas con un albañil en sábado; pero ni una noche faltaría en su casa la tertulia de hombres solos, en la que se entretenían en juegos inocentes, entre los cuales el escondite, siendo don Serapio el encargado de buscar siempre sin encontrar nunca, especialmente á su mujer y á un empleado en consumos que tenían una habilidad notable para esconderse.

Hubo á la sazón una de esas expansiones populares que, como lluvia tras sequía, lo fecundan todo, y del chaparrón aquél brotó una milicia nacional. Don Serapio fué nombrado capitán de la cuarta del primero y don Abundio su teniente. Con este motivo las visitas del catedrático se sucedían sin interrupción, pues á los deberes de la amistad se agregaban las exigencias de la patria.

Aunque don Abundio frisaba ya en los cuarenta años, conservaba rasgos de esa belleza á lo Espartaco que tanto cautiva á ciertas Evas idólatras de la forma. Además en su calidad de catedrático de historia, relataba con frecuencia la de España á doña Remigia que, á fuer de mujer, se encantaba aprendiendo vidas ajenas. Si á esto se añade el aliciente del uniforme y la veleidad de la dama, fácilmente se deducirá de todo junto que, nueva edición de la señora de Putifar, doña Remigia trató de quedarse entre las manos más de una vez la capa de don Abundio. Fiel éste al que, imitando los tiempos de la Edad-media, llamaba su hermano de armas, rechazó como pudo las obsesiones de aquel súcubo tentador en quien la virtud de la víctima no hacía sino aguijonear el deseo.

Pero ce que femme veut, Dieu ou le diable le veut. ¡Cuidado si sé yo lenguas! Vamos al decir que doña Remigia se empeñó en que allí fuera Troya, y Troya hubo con su Paris y su Menelao correspondientes.