Página:El Cardenal Cisneros (03).djvu/5

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

Iglesia, y al fin truxo Cisneros á conocimiento del verdadero Dios con halagos, dádivas y caricias, como dice ingénuamente Robles en la vida de nuestro héroe, que no se hiciera cristiano y que no considerara como un deber predicar á los suyos la conversión tan útil y provechosa para su bien asi temporal como eterno. No había tiempo para bautizar personalmente á tanto moro; mil, dos mil, hasta cuatro mil personas se presentaron un dia á demandar las regeneradoras aguas del bautismo, que hubo necesidad de administrar por aspercion, derramando con el hisopo sobre la multitud algunas gotas del agua bendita.

Los resultados que se obtenían superaron la esperanza de todos. El buen Talavera, que caminaba con tanta lentitud en su obra noble y paciente, no era el menos sorprendido. Las gentes gritaban ¡Milagro! El vulgo entonaba cantares en loor á Gisneros, y los Moros convertidos, tan circunspectos y graves de ordinario, tan mustios y silenciosos el dia de la entrega de Granada, aplaudían estrepitosamente al Alfaqui Campanero, que asi apellidaron al Prelado de Toledo por el eterno repique de las campanas que herian con su clamor dia y noche los vientos desde los minaretes de las mezquitas nuevamente consagradas.

Entre tanto, bueno será consignar que el Arzobispo de Toledo, con poseer cuantiosísimas rentas en la diócesis, las dejó empeñadas con su liberalidad sin tasa por no pequeño número de años.


XXI.

Ilusionado Cisneros con estas facilidades, ya no tuvo miramientos con nada ni con nadie. Absuelto en su conciencia por la rectitud de sus propósitos, fijo en el fin á que se encaminaba, no reparó en medios. Ya no eran sólo halagos y dádivas los que empleaba: eran castigos y violencias también. En vano muchos varones doctos le expusieron, según Robles y Gómez de Castro, que convenia, dejar extinguir insensiblemente la secta mahometana, y no acelerar un negocio que el tiempo mismo lo habia de acabar. En vano que los medios empleados no eran evangélicos y estaban vedados por las capitulaciones de Granada. En vano que la caridad debia producir la persuasión, no los presentes y amenazas. En vano que los Concilios de Toledo habían prohibido severamente