Página:El Cardenal Cisneros (05).djvu/10

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porque vuestros consejos serán de grande ayuda, y vuestra presencia como un auspicio del huen suceso de esta guerra, siendo de gran gozo para los Reyes cristianos, si el cielo los hace victoriosos, el recibir de vuestra mano el Cuerpo y Sangre de Jesu-Cristo, sobre el sepulcro del mismo Señor.

La liga entre los Reyes D. Fernando, D. Manuel y D. Enrique se frustró, porque á poco tuvieron lugar las desavenencias de aquel con su yerno D. Felipe, y además queria el Rey Católico conservar su libertad de acción en las cuestiones que á la sazón se agitaban entre el Soberano de Francia y el Papa Julio II. Cisneros entónces, ya que no podia hacer la guerra á los infieles de Tierra Santa , se fijó en África, cuyas costas eran nidos de piratas que se corrían hácia las nuestras del Mediodía, en cuyos pueblos y en cuyos mares hácian continuamente gran número de cautivos.


XXXVII.

Vianel, que conocia admirablemente las costas de África, ayudó á Cisneros en sus proyectos. Describióle á Oran, importante ciudad de la Mauritania, rica por su comercio y sus ferias, notable por la fertilidad de sus alrededores y salubridad de su clima, bañada por el mar y teniendo á media legua de distancia el magnífico puerto de Mers-el-Kebir, palabra árabe que significa puerto grande, que asi lo llamaba ya Tolomeo, portus magnus, y que en efecto es cómodo, seguro y capaz de contener un grande número de naves. Ardia el Arzobispo en deseos de pasar á África y conquistar estos lugares, incitaba continuamente al Rey Católico para que acometiese esta empresa tan digna de sus alientos, la nobleza estaba dispuesta á pelear, la guerra al infiel era grandemente popular entre las muchedumbres; las tropas de Nápoles iban á quedar ociosas, y el veterano que estaba al frente del reino de Granada, el ilustre Tendilla, se ofrecía, según nos dice Mariana, «de dar conquistada á Oran y su puerto de Mazal-quivir y otras villas comarcanas con cuarenta cuentos de maravedises que el Rey le consignase, que si de aquel dinero sobrase algo, se volviese al Rey, y si faltase lo suplirla él de su escarcela [1]

  1. Libro XXVIII, cap. XV, Historia de España