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Vacilaba D. Fernando en comprometerse para esta empresa tentadora; pero cuando vio que esta era la corriente á que obedecian los pueblos, aceptó once cuentos de maravedises que le prestaba Cisneros para ayuda de gastos, y dio su aprobación al proyecto de acometer á Mers-el-Kebir. Un ejército de cinco mil hombres y una escuadra compuesta de seis galeras y gran número de carabelas, con otros buques de trasporte, constituían toda la expedición. Mandaba la tropa Córdoba, Alcaide de los Donceles, la escuadra D. Ramon de Cardona, D. Diego de Vera tenia á su cargo la artillería y además figuraban en la expedición nuestro conocido Vianel, el célebre Gonzalo de Ayora y otras muchas personas de reputación y mérito.

Flechier dice que se embarcaron en Málaga á 3 de Setiembre de 1505 y Mariana asegura que se hicieron á la vela en dicho puerto en viernes 29 de Agosto, que tuvieron tiempo contrario y nieles forzoso entretenerse en el puerto de Almería, presentándose frente al de Mers-el-Kebir el 11 de Setiembre, sin que tuvieran ningún contratiempo más en la navegación.


XXXVIII

No hemos podido consultar los apuntes originales que sobre este hecho de armas escribió Gonzalo de Ayora con el título de Bello Mazalquivir que vemos citados en otras obras suyas que conocemos; pero por lo que dicen los historiadores, el hecho en si no pudo ser más glorioso. Tenian los Moros en la punta del puerto un baluarte con mucha artillería, con sus traveses y torreones. El desembarcadero era malo y el día muy tempestuoso. El enemigo estaba apercibido, y habia destacado ciento cincuenta ginetes y tres mil infantes para impedir el desembarco, de modo que los nuestros tenian que verificarlo en las peores condiciones posibles. Lo verificaron con toda fortuna: ni la algazara, ni las flechas, ni los cañones del enemigo pusieron miedo en su ánimo, saltaron en tierra, y el primero que lo hizo —bueno es consignar el nombre de este valiente— fué un soldado llamado Pedro López Zagal.

En presencia del enemigo, que, aunque con grandes masas, atacaba en desorden, y luchando sin cesar, los Españoles se atrincheraron fuertemente. No tardaron en hacer reconocimientos sobre la