Página:El Cardenal Cisneros (10).djvu/18

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manifestó siempre muy agradecido, y distinguió constantemente al Coronel Villalba, á quien dio la guarda y alcaldía del castillo de Estella, cargo que le duró muy poco tiempo, pues no tardó en morir repentinamente, creyéndose que los naturales del país, á quienes se hizo odioso porque fué el que aconsejó la demolición de las fortalezas de aquel territorio, lo envenenaron [1]. Por cierto que, cuando ocurrió esta muerte, Cisneros formó grande empeño en que los cargos de Villalba pasaran á su hijo, no por razón de favoritismo, sino alegando motivos serios que honraban su patriotismo y enaltecian sus miras como hombre de Estado. Villalba, decia Cisneros, habia sido muy leal y muy diligente servidor de Su Majestad, se habia señalado siempre muy bien en las cosas de la guerra y habia hecho muchos y buenos servicios á la Corona Real, de modo que parecióle que era cosa muy justa proveer sus cargos en la persona de su hijo, y anadia, dirigiéndose á su agente en Flándes Lopez de Ayala, para que se lo repitiese al Rey: «Porque siempre fué costumbre á los rreyes de Castilla hazerlo ansy, y no quitar á los hijos lo que los padres tenian, quanto mas muriendo en su seruicio: y esto conviene á su alteza que ansy se haga, porque pone ánimo á todos los que están en su seruicio de seruir con toda diligencia, y ponerse á qualquiera afrenta y peligro, sabiendo que lo que tienen no les ha de ser quitado á sus hijos: que suplico á Su Alteza lo aya por bueno, porque yo lo provey ansy porque creo que conviene á su servicio» [2]

En la Corte de Flándes no se tuvieron por buenas estas razones, y no se dio al hijo de Villalva lo que Cisneros solicitaba para él, por creerle demasíado joven para cargo tan importante.

  1. Así lo indica Fernando Gonzalez de Oviedo en sus Quincuagenas. Además el jesuíta Alenson en sus Anales de Navarra, dice: "Poco después vino á suceder la muerte del Coronel Villalba, y comunmente se atribuyó á justa venganza del Cielo, por haber sido el executor principal de tantas impiedades después de habérselas persuadido al Cardenal. Algunos sospecharon que el Condestable fué quien se la hizo dar por vengar á su patria de las atrocidades de un hombre tan desalmado, y de la ruina á que la acababa de reducir" (Alenson, lib. XXXV, cap. XX, pár. 3.°)
    Alenson habla aquí como si no fuera español, pero al fin era jesuita, y el fanatismo religioso, como el político, siempre se producen de esta manera.
  2. Carta LXVIII de la Colección de los Sres. Gayangos y la Fuente.