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Página:El Cardenal Cisneros (10).djvu/3

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de su reino; avaro, más que por inclinación de su ánimo, por necesidad de las empresas en que se vio envuelto; carácter positivista que se impone por la constancia y se engrandece con el éxito; espíritu de la prudencia, encarnación del sentido común, que no deslumbra como el genio y no fascina como la virtud; que no alcanza la apoteosis de la leyenda y el culto de la tradición, pero que clava el carro de la fortuna y llega al término de la vida sin sufrir apénas un fracaso, después de reinar cerca de medio siglo en uno de los más agitados y turbulentos de la historia.


LIX.

Ya muerto el Rey, reunióse el Consejo en la misma casa en que se hallaba de cuerpo presente, á fin de resolver lo conveniente en aquella grave crisis. Enviaron á llamar desde luego al Dean de Lobayna, que se hallaba en Guadalupe, para que asistiera á la apertura del testamento. Encontráronle en el camino, y al dia siguiente se procedió á celebrar aquella ceremonia. Pidió Adriano copia autorizada del testamento para enviarlo á Flándes; otorgáronsela al punto los señores del Consejo, quienes enviaron á llamar con urgencia á Cisneros, y despacharon circulares á todas las ciudades y villas del reino, dando á conocer la infausta noticia, y encargando el mantenimiento del orden á todas las autoridades existentes, que conservaron en sus puestos.

Necesario y urgente era tomar estas medidas, porque temian de las personas que rodeaban al Príncipe D. Fernando que se habían de inclinar á apoderarse del mando, mucho más cuando éste y aquellas estaban en la creencia de que el primer testamento del difunto Rey era el que habia prevalecido. Don Gonzalo Guzman, Clavero mayor de Calatrava, y D. Alvaro de Osorio, Obispo de Astorga, que acompañaban con diversos títulos al Príncipe D. Fernando, lo empujaban por este sendero, deseosos de levantarse á la privanza en esta ocasión. Asi es, que mal aconsejado, léjos de manifestar sentimiento por la muerte de su abuelo, como debia Don Fernando, se apresuró á dirigir al Consejo de Estado y á las personas más importantes de Castilla una carta en que les conjuraba á presentarse en Guadalupe á recibir sus órdenes para atender á la gobernación de los reinos, cuya administración le habia tocado por