tanto y tan útilmente por la Monarquía que solo Dios podia ser la recompensa, que deseaba verle para recibir sus consejos y sus instrucciones sobre los negocios públicos y sobre los de su casa en particular, pero que despues de esto vntendia ser necesario darle un poco de reposo y dejarle acabar en paz los dias que le quedaban en su Arzobispado de Toledo. No llegó Cisneros á leer esta carta, porque estaba ya casi en la agonía, aunque hay quien asegura sin fundamento bastante que ella fué la que precipitó su muerte. De todos modos, leyérala ó no, la carta se escribió y se firmó, y asi Don Cárlos, sin necesidad para el objeto que se proponia, por torpísima criminal impaciencia de sus menguados favoritos, ofrece un tristísimo ejemplo de ingratitud, que la historia, aún no cansada de registrar ingratitudes regias en sus anales, entrega á la condenacion perdurable de los siglos.
Cisneros murió poco después de escribirse esta carta. Eran los últimos melancólicos dias del otoño de 1517. Presentía el ilustre Cardenal su próximo fin. El 7 de Noviembre empezó su agonía. Sus últimos pensamientos se consagaron á su pátria, á su universidad, á Dios. Decía á veces, próximo á comparecer delante de Juez Supremo, recorriendo toda su vida y descubriendo todos los secretos de su conciencia, que no había tenido jamas enemigos sino los que lo eran del Estado y del bien público. Dictaba una carta al Rey recomendándole su colegio de San Ildefonso, y la rígida mano se negaba á firmar. En medio de las lágrimas de todos recibió los Santos Sacramentos: ya sólo hablaba de la vanidad de las cosas humanas; ya sólo pensaba en la infinita misericordia de Dios, y en tanto que los religiosos que le acompañaban recitaban oraciones por la salvacion de su alma, Cisneros daba el último aliento pronunciando estas palabras del salmo de David: In te, Domine, speravi. ¡Con cuánta razon podia decir también, al verse tratado con tanta ingratitud por el Rey D. Cárlos, aquellas palabras del Evangelio: Noliti fidem principibus et filiis hominis, quia non est salus in illis [1].
Murió Cisneros el 8 de Noviembre, á los ochenta y un años de edad. Apenas se supo su muerte, todo el pueblo de Roa se
- ↑ "No coloqueis vuestra confianza en los Príncipes y en los hijos de los hombres, porque no hay salvación en ellos." — Estas palabras las pronunció Lord Straford, cuando, abandonado por el Rey, á quien tanto había servido, entregó su cuello al verdugo.