Página:El Diputado Bernardo Ohiggins en el Congreso de 1811.djvu/7

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Biblioteca del Congreso Nacional de Chile — 09

definitivamente conceptos como soberanía popular, gobierno republicano y representativo y otras nuevas tendencias e ideas que se enfrentaron con la monarquía absoluta. “Las dos décadas de la emancipación —dijo Julio Heise— tuvieron todo el valor de un laborioso aprendizaje político presidido, en gran parte, por D. Ber nardo O’Higgins”.

Este estudio que presentamos se refiere justamente a los dos primeros años de ese laborioso aprendizaje político a que alude Heise, pero también se ocupa de los años anteriores a 1810 cuando, especialmente en las tertulias políticas de Concepción y Santiago, se comenzó a construir el andamiaje de la ideología revolucionaria.

Pero hay otro motivo, quizás más importante para nosotros, que permite calificar de feliz la iniciativa de lanzar esta obra. Este es el vínculo estrecho que se estableció dentro del período en estudio entre el Congreso y nuestro Padre de la Patria. Decimos Congreso y no Cámara de Diputados porque la denominación diputado era usada como participio del verbo (hoy algo anticuado) diputar, que significa “elegido como representante de una colectividad”. Es así como la convocatoria al Congreso Nacional, del 15 de diciembre de 1810, hace sinónimos a representante y diputado: “El Congreso es un cuerpo representante de todos los habitantes de este reino, i, para que esta representación sea la más perfecta posible, elegirán diputados los veinticinco partidos en que se halla dividido”. Lo claro, sin embargo, es que el Primer Congreso Nacional fue un órgano de diputados y sólo con la Constitución de 1822, que promulga el propio Ber nardo O’Higgins como Director Supremo, se crea el Congreso bicameral de diputados y senadores que está fuertemente enraizado en la historia institucional chilena. Como se podrá ver en el cuerpo de la presente publicación, a pesar que la principal misión de la Junta de Gobier no de 1810 era convocar a un Congreso de representantes de todo el reino, ninguno de sus integrantes, ni siquiera el más independentista, Juan Martínez de Rozas, consideraba necesario hacerlo pronto. Bernardo O’Higgins era el único patriota que creía que mientras antes los diputados de cada partido (ciudad) iniciaran el ejercicio de la representación sería mejor para el objetivo independentista. Creía firmemente en la necesidad de formar y culturizar una élite política chilena que estuviera en grado de reemplazar el poder del reino y de sus representantes en América. Por ello, los dos temas en que más insistió el joven O’Higgins de regreso a Chile fueron la libertad de comercio, que cortaba el cordón umbilical con el Reino, y la creación de un Congreso de representantes que “democratizara” los primeros poderes que se instalaban en Chile.

Fue él quién convenció a Juan Martínez de Rozas de convocarlo y ello correspondía a uno de sus principios de derecho público, dado