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Una peña blancuzca y altanera,
que está del mar en brazos dormitando.

Pero donde nos vemos en la precision de no omitir una sola palabra hasta el final de la poesía, es desde donde esclama el Poeta:

..... ¡Qué hermosa es la alborada!
¡Que bello ¿no es verdad? el Océano
con su limpio azul! Oh! canta inspirada
una canción al mundo americano.

Mas no, calla... ¿columbras á lo lejos
una luz amarilla, un globo ardiente
que brota de la mar en mil reflejos?
Pues... es él, que se anuncia por oriente.

El es, sí, si, ya estamos, mi paloma;
es el sol ¿No distingues con su brillo
aquel gigante que en el agua asoma?
Pues se llama el gigante aquel—Luquillo.

¿Y ves allí cabe su planta umbría
fantástico un jardín de flores rico,
donde vive el Abril, sirena mia?
Pues el jardín se llama—Puerto-rico.

Cerca está el puerto. ¿Ves la peña aquella
que está del mar en brazos dormitando,
vestida de castillos, rica, bella...?
Pues es... ¡Poder de Dios, si estoy soñando

Enmudecemos de asombro al contemplar tanta belleza, y tememos cometer una profanacion queriendo analizarla.