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Tal es una trulla á caballo; son muchas las que recorren los campos, y fuera de algun raro incidente, como el que le dejen á uno el caballo desaparejado, ó el aparejo sin caballo, principian todas y concluyen del mismo modo que empezó y acabó la de que he hablado arriba, crúzanse en ellas y de sus resultas amores, zelos, pullas, chistes, riñas, amistades y cuanto se cruza en el mundo siempre que, con cualquier pretesto, se reunen muchas personas; con todo, es forzoso consignar aquí que, en general, los efectos de esta costumbre son buenos y muy buenos; sin ella y otras semejantes, nuestros campesinos no serian como son tan humana y generosamente hospitalarios.

Las trullas de á pié se componen de jente pobre, que no por eso se divierte menos; maraca en mano y tiple y carracho bajo del brazo, caminan, leguas enteras saltando barrancos, vadeando rios y trepando cerros, hasta que el sol les halla muchas veces á gran distancia de sus casas; pero esto no les importa: continuan su camino durante todo el dia y la noche de Reyes, sin regresar de su peregrinacion hasta el que sigue á este último; esto es, á los tres de haber abandonado sus Penates.

Dada la diferencia de educacion, es sabida la que puede haber entre las escenas de estas trullas y las de á caballo: varian en los modales, las espresiones, etc.; pero en la esencia lo mismo pasa en unas que en otras. Los versos, que cantan en aquellas con música variada y que son á veces buenos, en estas últimas guardan el mismo aire siempre, y se tras-