Página:El Gíbaro.djvu/156

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fijos sobre mí, » aquel es el hombre feliz, y como esto nos lo enseña el Evangelio, es preciso ante todo conocer sus preceptos, siempre sublimes, siempre divinos, siempre en armonía con nuestro ser: de aquí la necesidad de una buena educacion moral que sirva de base á todas las demás; mientras se olvide esta, puede un hombre ser rico, sabio, poderoso; pero nunca feliz.

Debe no descuidarse tampoco la educacion física, que dá á nuestro cuerpo el vigor necesario á la practica de las virtudes, y que alargando nuestra ecsistencia, alarga tambien el tiempo que podemos emplear en honra de Dios y ayuda de nuestros semejantes; un alma grande no puede á veces mostrarse tal por la flaqueza del cuerpo. ¿Cómo podria la Religion estenderse desde los hielos del polo hasta el fuego de los trópicos sin hombres llenos de fé y al