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las islas vecinas, en que la cria es casi nula, ya que tenemos tan escelente raza de caballos, ¿porqué no estimular á los labradores? ¿porqué no ensayar algun medio para introducir este nuevo ramo de comercio?

Todos sabemos el furor de corridas, apuestas, etc. que hay en las principales capitales de Europa; mas no es esto lo que yo pretendo que pudiera plantearse en Puerto-Rico, porque á mi modo de ver, el premiar el caballo que corra mas en media hora, no es, como nota muy bien nuestro festivo Fr. Gerundio, el modo de mejorar la raza: además, aquello de que el mismo dueño no monte su caballo, sino que sea un Yokey, aunque muy bueno para las capitales de Europa, lo juzgo inoportuno y hasta ridículo en mi país; y así otras muchas cosas que, atendida la diversidad de costumbres, fuera errado el querer trasplantar.

Yo preferiria á todo que hubiese una junta compuesta de criadores y aficionados, que no faltan en la Isla, que tienen actividad, buenos deseos, y que se alegrarian de que hubiese para ellos un estímulo.

Que esta junta, presidida por la autoridad superior, ú otra que esta nombrase, hiciese un reglamento, sin mas artículos que los precisos para señalar á cada uno sus atribuciones, y los premios que habian de darse:

1.° A la mejor yegua de vientre.

2.° Al caballo mas ligero.

3.° Al mas bien domado y enseñado.