Página:El Gíbaro.djvu/186

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
178

—Calla, tonto, ¿qué mas pájaro malo que tú?

La cruz de Nazareno te caiga debajo, repitió de nuevo el esclavo; añadiéndo despues: ¿Y ahora lo ve su merced? ¿ha cantado ó no?

En efecto, tres gritos lejanos, al parecer de un ave nocturna, llegaron á los oidos de los viajeros.

—Y bien, contestó el jóven á su interlocutor, ¿qué tenemos con eso? si ha cantado, contéstale tú con una copla de cadenas, de aquellas que sabes improvisar.

—Parece imposible que se burle su merced de esas cosas que á mí me dan tanto miedo.

—Y tambien lo parece que un hombre como tú, que rinde á un toro por los cuernos , que se ha echado á un rio crecido por salvar á quien no conocia, y que ha reñido con tres negros cimarrones á la vez, tenga temor por esos cuentos de viejas.

—No son cuentos de viejas, niño; y la prueba de esto es esa cruz que hemos pasado ahora.

—¿Y qué tiene que ver la cruz con el pájaro malo?

—Si su merced supiera lo que significa esa cruz, y porque se puso en donde está, no me haria esa pregunta.

—Yo no sé mas, sino que en el mismo sitio mataron á uno y, como es costumbre, han puesto una cruz para que los caminantes rueguen á Dios por su alma.

—Pues hay mas que eso.