Página:El Gíbaro.djvu/209

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panzas, situada en el cuerno izquierdo de la luna, hasta los trópicos del polo norte, y desde allí hasta la casa del Preste Juan de las Indias.

Los circunstantes pagaban é iban mirando uno despues de otro por el cristal, retirándose despues muy satisfechos; el muchacho gritaba mas fuerte cuando disminuia el número, y así continuó por un largo rato: íbame yo á marchar, cuando le oí que decia entre varios otros despropósitos:

—Ea, señores, aprovechen el dia, que esto no se logra sino una vez al año; saquen esos cuartejos que se les estan pudriendo en los bolsillos, y prevengan otros para esta noche, que el maestro dará una gran funcion de magia en la calle de los Imposibles, número treinta, primera habitacion bajando del cielo. Allí verán ustedes como se adivina lo que ha de venir, y se dice lo que cada prójimo piensa de los de más, y los demás de él.

Al escuchar esto me acerqué al que el muchacho llamaba maestro, y que en realidad le convenia este dictado en la ciencia de los embrollos y mentiras.

—Oiga V, le dije, seria V. capaz de alcanzar lo que pensarán de cierta obrita en cierto país que yo sé.

—Sí señor, y por de pronto digo: que esa obrita se titula El Gibaro y V. es el autor.

Quedéme pasmado, y él añadió:

—No estraño la turbacion de V.; lo mismo sucede á todos; pero, perdone V que no puedo entretenerme, y si quiere ver maravillas no deje de ir esta noche á mi casa.