Página:El Gíbaro.djvu/212

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
204

 ¡Dichoso yo! esclamé cuando me vi lejos de aquella buena pieza, dichoso yo que no seré juzgado segun me ha predicho este perillan, porque en Puerto-rico ni hay quien me crea de ninguno de los colores del iris, ni viejas que me tengan por hereje, ni guapos mozos que me consideren capaz de copiar á un individuo determinado para hacer públicos sus defectos, ni majaderos que me crean frio ni caliente; sino personas instruidas y juiciosas que metienen por templado, cual conviene al escritor de costumbres, y ajeno á toda pasion mezquina, y lo que es mas ni siquiera tengo un enemigo, y carezco de envidio sos émulos, porque carezco tambien del mérito que pudiera acarreármelos. ¡Dichoso yo! que estoy cierto de que al concluir de leer este libro dirán mis paisanos lo que yo dije al comenzarle: Es el fruto de muchas horas robadas al sueño y al descanso de una profesion noble y santa á que se dedica.