Una endiablada gritería y los mas furibundos toques de clarines, trompetas y timbales, anunciaron á larga distancia que habia terminado la lectura del bando que antecede; emprendieron la marcha en el mismo órden que habian venido, y fueron repitiendo la publicacion en los parajes mas públicos, despues de lo cual se desbandaron, durando las carreras hasta las dos ó las tres de la tarde.
Tal era el bando de San Pedro en la época á que me he referido; desde unos dias antes ya servia de tema de conversaciones muy animadas, y que tenian por objeto la redaccion del célebre documento, que todos deseaban leer; la invencion de un disfraz, el hallazo de un jamelgo indefinible por sus viciosas anomalías, y otras muchas cosas que ocupaban á personas de todas las clases de la sociedad: los mas entonados iban á caza de alimañas que despreciaria el jitano mas hábil, y las mas lindas manos se ocupaban en hilvanar, prender, y atar ropajes, flores, y cintas, que adornaban á sus allegados, amigos y aun a ellas mismas.