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igual mérito, con favor y con grandes recomendaciones, porque del colegio salen ya con un sueldo pagado por el Gobierno. Hablemos de los estudios del estranjero.

Muy encontradas son las opiniones sobre si es conveniente ó no, que un jóven estudie en el estranjero; razones hay que á primera vista parece nos convencen de ser no solo útil, sino casi indispensable.

Es cierto que los métodos de enseñanza han llegado fuera de España á un grado mayor de perfeccion; mas no lo es menos que un joven que desde niño se ha educado en una de esas capitales colocadas al frente de la civilizacion, al volver á Puerto-Rico siente en su alma un vacío inmenso: aunque ame á su familia, echa de menos aquellas costumbres en que ha sido criado, y que no halla en su patria. Adquiere un nuevo idioma, pero esto es no pocas veces olvidando el suyo. Yo he conocido jóvenes de instruccion brillante, que á los aficionados llamaban jugadores por amor, á la gorra de cuartel bonete de policía, que en lugar de V. me adula decian V. me flatea, y otras por el mismo estilo. ¿Debe pues huirse de ir al estranjero?

Mi opinion es que no; pero es preciso aguardar á que los hábitos del país se fijen con la edad y con el estudio, de suerte que, aunque los cubra el barníz estranjero, vuelvan á aparecer con los aires de la patria. En una palabra, debe un padre enviar su hijo á perfeccionarse en cualquier carrera; pero no á comenzarla y acabarla fuera de España.