Página:El Gíbaro.djvu/73

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la acompañan sumamente espresivo, y su letra, no puede hacerse de ella mejor elogio que el decir que son seguidillas, muchas de las cuales he oido en España; y que los gíbaros, sin saberlo, cantan á veces versos de Iglesias, y de otros no menos célebres ingenios.

El sonduro es una especie de zapateado, pero con tales arranques de entusiasmo, que no solo baila la pareja única que está en el centro de la sala, sino que hace mover á cuantos hay en ella; cruje la tablazón del piso; y aquel estrepitoso repique de pies descalzos con un dedo de suela natural, ó bien calzados con suelas llenas de clavos, se hace oir en el silencio de la noche mas lejos que los instrumentos, que por cierto no alborotan poco. Todo este ruido lo hacen un par de pies, que son los del varon, pues que la hembra no tiene en él ninguna parte; vanse relevando á medida que se cansan, y así no es estraño oir por mucho tiempo un rumor que parece imposible que lo cause un solo hombre.

El seis, aunque en rigor deben bailarle seis parejas, yo he visto muchas mas: colocánse las mujeres frente á los hombres en hilera, se cruzan varias veces, zapatean un poco en ciertos compases marcados por la música, y terminan valzando, lo mismo que en la contradanza. Despues de las cadenas, el seis es de los bailes de garabato el que mas gusta, porque no es atronador como el sonduro, ni frio como el fandanguillo y el caballo.

En este se colocan dos parejas de modo que estando la mujer frente á su compañero, tenga á la izquier-