Señor José Hernández.
«Martin Fierro» es una obra y un tipo que ha conquistado un título de ciudadanía en la literatura y en la sociabilidad argentina.
Ese libro faltaba á mi biblioteca americana, y el autógrafo de su autor, de que viene acompañado, le dá doble mérito.
Agradezco las palabras benévolas de que viene acompañado, prescindiendo de otras que no tienen certificado en la república platónica de las letras.
Su libro es un verdadero poema espontáneo, cortado en la masa de la vida real.
Hay en él, intención, filosofía, vuelos poéticos y bellezas descriptivas, que señalan la tercera ó cuarta forma que este género de literatura ha revestido entre nosotros.
Hidalgo será siempre su Homero, porque fué el primero, y como Vd. se inspiró en su poética que ha condensado Vd. en estos dos versos:
«Porque yo canto opinando
«Que es mi modo de cantar».
Ascasubi marchando tras sus huellas, poniendo al gaucho en presencia de la civilización, exaltando su amor patrio; y Estanislao del Campo haciéndolo juzgar las obras del arte y la sociedad con su criterio propio, marcan las formas intermediarias.
Respecto de mi modo de juzgar y de interpretar este género de poesía, no encontrará el ejemplo y la teoría en las composiciones y en la nota complementaria que Vd. encontrará en el libro que le remito en retribución del suyo.
Después que Vd. lea mi nota crítica, no extrañará que le manifieste con franqueza, que creo que Vd. ha abusado un poco del naturalismo, y que ha exajerado el colorido local, en los versos sin medida de que ha sembrado intencionalmente sus páginas, así como con ciertos barbarismos que no eran indispensables para poner el libro al alcance de todo el mundo, levantando la inteligencia vulgar al nivel del lenguaje en que se expresan las ideas y los sentimientos comunes al hombre.
No estoy del todo conforme con su filosofía social, que deja en el fondo del alma una precipitada amargura sin el correctivo de la solidariedad social. Mejor es reconciliar los antagonismos por el amor y por la necesidad de vivir juntos y unidos, que hacer fermentar los odios, que tienen su causa, mas que en las intenciones de los hombres, en las imperfecciones de nuestro modo de ser social y político. Sin embargo, tal como es, creo «que no se ha de llover el rancho» en que su libro se lea.
Felicitando á Vd. por el singular éxito que ha alcanzado su libro, y que atestiguan sus numerosas y copiosas ediciones, me es grato suscribirme de usted.
Su compatriota —
Buenos Aires, Abril 14 de 1879.
Señor D. José Hernandez.
Estimado Señor:
Después de haber recibido su libro, he aguardado un dia exento de cuidados, y en el que pudiera disponer algunas horas para escriberle con detención. Veo que ese dia no llega, y no quiero quedar á descubierto por mas tiempo con Vd.
Le pido así que acepte la expresión de mi agradecimiento por el envío de su libro, que ha recorrido ya toda la América Española, y que ha sobrepasado en difusión, á cualquier otro libro publicado entre nosotros.
Es inútil agregar otro comentario á este comentario espléndido de un éxito sin rival.
Soy su affmo. servidor y compatriota.
Mayo 9 de 1879.