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Sobre Martin Fierro. — XXXV

Es de almirar la destreza
Con que la lanza manejan!
De perseguir nunca dejan —
Y nos traiban apretaos,
Si queríamos de apuraos
Salirnos por las orejas.

Y pa mejor de la fiesta
En esta aflición tan suma,
Vino un Indio echando espuma,
Y con la lanza en la mano
Gritando «Acabau cristiano
Metan el lanza hasta el pluma».

Tendido en el costillar
Cimbrando por sobre el brazo
Una lanza como un lazo
Me atropelló dando gritos —
Si me descuido... el maldito
Me levanta de un lanzazo.

Si me atribulo, ó me encojo
Siguro que no me escapo:
Siempre he sido medio guapo
Pero en aquella ocasión,
Me hacía buya el corazón
Como la garganta al sapo.

Dios le perdone al salvaje
Las ganas que me tenía...
Desaté las tres marías
Y lo engatusé á cabriolas...
¡Pucha! si no traigo bolas,
Me achura el Indio ese dia.

Poeta es incorrecto y verboso, pero claro, verdadero y expresivo — Su narración esmaltada y embellecida por las metáforas é imajénes que emplea, es unas veces indolente y perezosa, animada y rápida otras; pero siempre sencilla, siempre verdadera, siempre melancólica.

Su vena, abundante, fácil y grata, es inagotable; como él mismo lo dice, — «las coplas le brotan como agua de manantial.»


Aquí me pongo á cantar
Al compás de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena estraordinaria,
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela

Pido á los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento,
Les pido en este momento
Que voy á cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista;
Pido á mi Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.

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Cantando me he morir,
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pié del Eterno Padre —
Dende el vientre de mi madre
Vine á este mundo á cantar.

Que no se trabe mi lengua
Ni me falte la palabra —
El cantar mi gloria labra
Y poniéndome á cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
A cantar un argumento —
Como si soplara un viento
Hago tiritar los pastos —
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo á cantar
No tengo cuando acabar
Y me envejezco cantando,
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano
Ni las moscas se me arriman,
Naides me pone el pié encima.
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir á la prima
Y llorar á la bordona.


No puede darse nada más acabado como prueba de abundancia y de facilidad.