No te metas en dibu-,
ni en saber vidas aje-,
que en lo que no va ni vie-,
pasar de largo es cordu-;
que suelen en caperu-
darles á los que grace-;
mas tú quémate las ce-
sólo en cobrar buena fa-;
que el que imprime neceda-
dalas á censo perpe-.
Advierte que es desati-,
siendo de vidrio el teja-,
tomar piedras en la ma-
para tirar al veci-.
Deja que el hombre jui-,
en las obras que compo-,
se vaya con pies de pío-,
que el que saca á luz pape-
para entretener donce-,
escribe a tontas y á lo-.
Tú, que imitaste la llorosa vida
que tuve, ausente y desdeñado, sobre
el gran ribazo de la Peña Pobre,
de alegre á penitencia reducida.
Tú, á quien los ojos dieron la bebida
de abundante licor, aunque salobre;
y alzándote la plata, estaño y cobre,
te dió la tierra en tierra la comida.
Vive seguro de que eternamente
(en tanto al menos que en la cuarta esfera
sus caballos aguije el rubio Apolo)
tendrás claro renombre de valiente;
tu patria será en todas la primera,
tu sabio autor al mundo único y solo.
Rompí, corté, abollé, y dije, y luce
mas que en el orbe caballero andante;
fui diestro, fui valiente, fui arrogante:
mil agravios vengué, cien mil deshice.
Hazañas di á la fama que eternice;
fui comedido y regalado amante;
fué enano para mí todo gigante,
y al duelo en cualquier punto satisfice.
Tuve á mis pies postrada la fortuna,
y trajo del copete mi cordura
á la calva ocasión al estricote.
Mas, aunque sobre el cuerno de la luna
siempre se vió encumbrada mi ventura,
tus proezas envidio ¡oh gran Quijote!