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Página:El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1905, vol 1).djvu/385

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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Dianas, las Galateas, las Fílidas, y otras tales de que los libros, los romances, las tiendas de los barberos, los teatros de las comedias están llenos, fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que las celebran y celebraron? No por cierto, sino que los más se las fingen por dar sujeto á sus versos, y porque los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo; y así, bástame á mí pensar y creer, que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta; y lo del linaje importa poco, que no han de ir á hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan á amar más que otras, que son la mucha hermosura y la buena fama; y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa ninguna le iguala, y en la buena fama pocas le llegan; y para concluir con todo, yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada; y pintóla en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad; y ni le llega Elena, ni la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades pretéritas griega, bárbara ó latina; y diga cada uno lo que quisiere, que si por esto fuere reprendido de los ignorantes, no seré castigado de los juiciosos.

—Digo que en todo tiene vuestra merced razón, respondió Sancho, y que soy un asno. Mas no sé yo para qué nombro asno en mi boca, pues no se ha de mentar la soga en casa del ahorcado; pero venga la carta, y adiós, que me mudo.

Sacó el libro de memoria don Quijote, y apartándose á una parte, con mucho sosiego comenzó á escribir la carta; y en acabándola llamó á Sancho, y le dijo que se la quería leer, porque la tomase de memoria, si acaso se le perdiese por el camino; porque de su desdicha todo se podía temer.

A lo cual respondió Sancho:

—Escríbala vuestra merced dos ó tres veces ahí en el libro, y démela, que yo le llevaré bien guardado; porque pensar que yo la he