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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

miedo y espanto a los que mira), digo que supo que este gigante, en sabiendo mi orfandad, había de pasar con gran poderío sobre mi reino, y me lo había de quitar todo, sin dejarme una pequeña aldea donde me recogiese; pero que podía escusar toda esta ruina y desgracia, si yo me quisiese casar con él; mas á lo que él entendía, jamás pensaba que me vendría á mí en voluntad de hacer tan desigual casamiento, y dijo en esto la pura verdad, porque jamás me ha pasado por el pensamiento casarme con aquel gigante, pero ni con otro alguno, por grande y desaforado que fuese. Dijo también mi padre que después que él fuese muerto, y viese yo que Pandafilando comenzaba á pasar sobre mi reino, que no aguardase á ponerme en defensa, porque sería destruirme, sino que libremente le dejase desembarazado el reino, si quería escusar la muerte y total destrucción de mis buenos y leales vasallos, porque no había de ser posible defenderme de la endiablada fuerza del gigante; sino que luego con algunos de los míos me pusiese en camino de las Españas, donde hallaría el remedio de mis males, hallando á un caballero andante cuya fama en este tiempo se estendería por todo este reino, el cual se había de llamar, si mal no me acuerdo, don Azote ó don Gigote.

—Don Quijote diría, señora, dijo á esta sazón Sancho Panza, ó por otro nombre el caballero de la Triste Figura.

—Así es la verdad, dijo Dorotea: dijo más, que había de ser alto de cuerpo, seco de rostro, y que en el lado derecho debajo del hombro izquierdo, ó por allí junto, había de tener un lunar pardo con ciertos cabellos á manera de cerdas.

En oyendo esto don Quijote, dijo á su escudero:

—Ten aquí, Sancho hijo, ayúdame á desnudar, que quiero ver si soy el caballero que aquel sabio rey dejó profetizado.

—Pues ¿para qué quiere vuestra merced desnudarse? dijo Dorotea.

—Para ver si tengo ese lunar que vuestro padre dijo, respondió don Quijote.