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CAPÍTULO XXXI
De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza, su escudero, con otros sucesos
ODO eso no me descontenta, prosigue adelante, dijo don Quijote. Llegaste: y ¿qué hacía aquella reina de la hermosura? A buen seguro que la hallaste ensartando perlas, ó bordando alguna empresa con oro de cañutillo, para este su cautivo caballero.
—No la hallé, respondió Sancho, sino aechando dos hanegas de trigo en un corral de su casa.
—Pues haz cuenta, dijo don Quijote, que los granos de aquel trigo eran granos de perlas, tocados de sus manos; y si miraste, amigo, el trigo, ¿era candeal ó trechel?
—No era sino rubión, respondió Sancho.