—Así fuera, respondió Sancho, si no la hubiera yo tomado en la memoria cuando vuestra merced me la leyó, de manera que se la dije á un sacristán, que me la trasladó del entendimiento tan punto por punto, que dijo que en todos los días de su vida, aunque había leído muchas cartas de descomunión, no había visto ni leído tan linda carta como aquélla.
—Y ¿tiénesla todavía en la memoria, Sancho? dijo don Quijote.
—No, señor, respondió Sancho, porque después que la dije, como vi que no había de ser de más provecho, di en olvidalla; y si algo se me acuerda, es aquello del sobajada, digo, del soberana señora, y lo último: Vuestro hasta la muerte, el caballero de la Triste Figura; y en medio destas dos cosas le puse más de trescientas almas y vidas y ojos míos.