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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

     pero mi suerte, de quien
jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuído
que, pues lo imposible pido,
lo posible aun no me den.

»Fuese otro día Anselmo á la aldea, dejando dicho á Camila que el tiempo que él estuviese ausente, vendría Lotario á mirar por su casa y á comer con ella; que tuviese cuidado de tratalle como á su misma persona.

»Afligióse Camila, como mujer discreta y honrada, de la orden que su marido le dejaba, y díjole que advirtiese que no estaba bien que nadie, él ausente, ocupase la silla de su mesa; y que si lo hacía por no tener confianza que ella sabría gobernar su casa, que probase por aquella vez, y vería por experiencia cómo para mayores cuidados era bastante.

»Anselmo le replicó que aquel era su gusto, y que no tenía más que hacer que bajar la cabeza y obedecelle.

»Camila dijo que ansí lo haría, aunque contra su voluntad.

»Partióse Anselmo, y otro día vino á su casa Lotario, donde fué recebido de Camila con amoroso y honesto acogimiento; la cual jamás se puso en parte donde Lotario la viese á solas; porque siempre andaba rodeada de sus criados y criadas, especialmente de una doncella suya, llamada Leonela, á quien ella mucho quería, por haberse criado desde niñas las dos juntas en casa de los padres de Camila, y cuando se casó con Anselmo la trujo consigo. En los tres días primeros nunca Lotario le dijo nada, aunque pudiera cuando se levantaban los manteles y la gente se iba á comer, con mucha priesa, porque así se lo tenía mandado Camila; y aun tenía orden Leonela que comiese primero que Camila, y que de su lado jamás se quitase; mas ella, que en otras cosas de su gusto tenía puesto el pensamiento, y había menester aquellas horas y aquel lugar para ocuparle en sus contentos, no cumplía todas las veces el mandamiento de su señora; antes los dejaba solos, como si

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